"No se trata de cambiar al mundo, sino de cambiarnos a nosotros mismos" Aaron Hegarc.
Dubai hoy en día es uno de los destinos turísticos y financieros más importantes en la región de Medio Oriente, por su capacidad de recepción de turistas, por la calidad de sus servicios, por las majestuosas construcciones y por la innovación constante. Suena interesante que al acceder al motor de búsqueda de Google™ aparecieron 48, 900,000 resultados con la palabra Dubai en 0.10 segundos, esto nos habla de la gran propaganda mediática que ha girado en torno a este emirato.
Dentro de los resultados que arrojó el motor de búsqueda, la gran mayoría nos vendía la idea que se ha construido en torno a esta ciudad: lujos, ingresos, rascacielos, Burj Dubai, Islas Palm, sin embargo, al visualizar una serie de imágenes y leer algunos artículos pude percatarme que toda la parafernalia giraba en torno a un destino artificial, pero con impactos económicos muy reales.
¿Una ciudad artificial? Fue de las primeras reacciones que vinieron a mi mente, e intenté erróneamente asociarla con el petróleo ó tecnologías de punta, pero descubrí que sí bien hay una contribución de los medios de producción, no son estos los que dan el dinamismo particular en este sitio, sino es la mano de obra pauperizada la que asume está gran responsabilidad.
Aproximadamente 1.2 millones de trabajadores tanto locales cómo extranjeros (principalmente de la India y Paquistán) que por menos de un dólar por hora, tienen que enfrentar una serie de condiciones adversas, en slums, con altas temperaturas, lejos de sus familias y en condiciones insalubres. Estos trabajadores quienes se dedican al orgullo de Dubai, sus rascacielos; deben someterse a condiciones deplorables, sin ningún tipo de servicio médico ni prestaciones.
A pesar de que los migrantes no son ciudadanos pertenecientes a esta ciudad, también hacen la ciudad y por lo tanto deben ser reconocidos sus derechos, si bien no como ciudadanos temporales, por lo menos como trabajadores. En el texto ‘Deep Democracy’ de Arjun Appadurai se observa el reconocimiento a la visibilidad, la representatividad y la gobernanza de los sectores más vulnerables en Mumbay, sin embargo el caso de Dubai es una situación demasiado compleja, ya que al aceptar los trabajadores (que son una minoría) las condiciones laborales establecidas por los contratistas, el derecho de huelga se prohíbe y de esa manera no pueden hacerse presentes.
Uno de los principales obstáculos en las grandes ciudades y en algunos suburbios es la cuestión de la propiedad privada, siendo ésta una de las mayores condiciones para el reconocimiento por parte de las autoridades, pero la pregunta de fondo es ¿Debería ser la propiedad privada una condicionante para el derecho a la ciudad o para la ciudadanía? Sabemos de antemano que la propiedad privada expresada en la vivienda habla de un sentido de pertenencia, pero ese sentido tiene lógica cuándo el concepto de ciudadano va más allá de un estatus jurídico.
Aunque han habido avances en materia laboral por parte de las autoridades en Dubai, no se han tocado los temas coyunturales, los cuales van más allá de lo económico. Dubai sólo es un ejemplo de las problemáticas de las grandes ciudades, hay una constante lucha entre decidir si se requieren más empleos o mejores empleos. Las manifestaciones por parte de los trabajadores y el apoyo y surgimiento de las Organizaciones No Gubernamentales, son síntomas de la transición en busca de las bases democráticas, una democracia de raíz y de fondo que sea congruente e incluyente, que fomente la ‘particip-acción’ y que haga del concepto democracia lo que siempre debió ser y no un eufemismo meramente casual.
Para mayor información consultar:
Carta que se le envió al presidente del Banco Mundial con respecto al tema en:
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