domingo, 25 de octubre de 2009

Analogía del Rompecabezas rompe cabezas.


El principal problema de esta sociedad es la indiferencia o la negligencia

Niklas Luhman
Rompe Cabezas, Lucas Camisani

El mundo puede ser un rompecabezas, lleno de mil piezas de colores y formas que en su conjunto muestran formas inesperadas, ¿Cuántas veces no hemos armado alguno y nos ha llegado a faltar una pieza? Yo creo que a varios. El artículo Ciudad de Dios es un rompecabezas de pequeñas piezas que se articulan y que funcionan como un sistema dentro de otro gran sistema.

Hay tres periodos que podemos identificar: La violencia como el juego de policías y ladrones, en donde se muestra una especie de ‘juegos inocentes’… se empieza armar el gran rompecabezas llamado “favela” y buscamos las primeras piezas clave. El segundo periodo muestra la rebeldía e inmadurez, las piezas se esconden para buscar nuevas formas, hay una unidad forzada en manos de Ze pequeño (no tan pequeño) que desea seguir jugando a esconder las piezas dentro del rompecabezas, nadie las mueve, nadie las toca sólo se transforman.

El estado de excepción se hace presente, y la ley no-ley se conjugan para darle movilidad a la polis mediante el uso de la fuerza y las relaciones entre lo interno y lo externo, las piezas del rompecabezas parecen visibles, pero en un instante se esfuman para no volver. Las ambigüedades y neblinas se imponen y la excepción por fin se vuelve ley, es aquí cuando el rompecabezas rompe cabezas… quizás nunca tuvo forma o quizás si.

Las piezas se convierten en algo llamado homo sacer , mis pequeñas piezas ordenadas a las cuales llamaba ciudadanos se encuentran excluidos y no se que vaya a suceder con ellos, ya que ellos me dicen: “Inclusión=exclusión… somos simultáneos a diferentes rompecabezas, ¡somos entes sociales hibridos!”

Al no entender esa lógica de relaciones e indiferencias, se acerca un personaje con voz sabia y me dice: “Espacio de flujos, espacio de lugares, zonas de contacto… tus piezas se encuentran ahí”- de repente escuche la voz de su madre decir Manuel. Ciudad de Dios se convierte en el lugar del intercambio y de los flujos, convirtiendo la favela en un espacio de red de móviles inmutables.

El rompecabezas se vuelve más complejo y sus piezas empiezan a perderse, me doy cuenta que el poder no surge como una expresión del vínculo social, sino como una desvinculación, pero lo que más me sorprende es que existe “un área de juego” en donde la vida descubierta y desnuda compite bajo ciertas homologías estructurales y funcionales.

Cuándo se convierte la transgresión en excepción y la excepción en regla surge la violencia, y mi rompecabezas construye las piezas para recrear una “realidad social”, pero en realidad es ahí donde recae el secreto de Ciudad de Dios a través de la simulación y ficcionalización de la favela.

Dentro de la favela, me sorprende el surgimiento del campamento de indistinción en dónde el caos y la ley, dentro y fuera se vuelven indistinguibles. El mundo del rompecabezas se convierte en un mundo de subsunción real, de la sociedad bajo el capital, en donde la dialéctica se muestra en el interior y exterior. Creo que mi rompecabezas siempre estuvo presente, simplemente me dedique a ver sólo una cara, Ciudad de Dios se convierte en una mascara, en la cual hay dos visiones: como se ve desde a fuera y quien porta esa mascara.

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